Probamos la Merida Ninety-Six 6000, a la caza del bike-maraton

Construcción y características del cuadro

El cuadro es una muestra del estilo de marca de Merida. No hay grandes alardes de diseño pero todo es funcional, bien resuelto y con un nivel de acabados alto. El cuadro es Boost, como no podía ser de otra forma. Tiene cableado interno en el triángulo delantero y está preparado para Di2. Al final del tubo diagonal hay una amplia ventana de salida para los cables, lo que facilita su guiado y operaciones de mantenimiento.

La bieleta es uno de los puntos más trabajados. Completamente realizada en carbono se emplea en toda la gama de la Ninety-Six y pesa poco más de 80 gramos.

El basculante, realizado en aluminio en este modelo, también está muy bien resuelto con soldaduras bien acabadas y la parte de las vainas diseñada de forma asimétrica. Donde si hay margen de mejora es en la fijación del protector de la vaina de la cadena, realizado con bridas, y que desentona con el resto de acabados de la Ninety-Six.

Tiene soporte para desviador delantero y salida de cable para usar modelos de desviador de tipo Side-Swing de Shimano. También tiene opción para montar tija telescópica con cableado interno.

En cuanto a su geometría, la podríamos catalogar de conservadora por su ángulo de dirección de 70º, aunque sí que ha ampliado su reach (429mm en talla M) para poder empezar a despedirse de la potencias ultra-largas del XC del pasado.

Las vainas son algo largas con sus 445mm para los modelos de rueda 29”, con los inconvenientes (algo menos de agilidad) y ventajas (algo más de estabilidad) que ello supone. La pipa de dirección es de 100mm así que la posición frontal es de clara inspiración XC sin necesidad de potencias con ángulos imposibles. También se ha rebajado la altura de la caja de pedalier en 13mm respecto al modelo anterior en busca de bajar el centro de gravedad del conjunto bici-biker.

En cuanto al peso, este cuadro que combina carbono y aluminio está en los 2.500 gramos con amortiguador. Un dato muy bueno muestra del buen trabajo llevado a cabo por Merida en su diseño. El modelo tope de gama, completamente en carbono, está justo unos gramos por debajo de los 2kg mientras que el de aluminio en triángulo delantero y basculante se queda en los 2.900 gramos.

Comportamiento de la suspensión

Como hemos explicado, los ingenieros de Merida tienen muy en cuenta la transmisión óptima del modelo para desarrollar la cinemática de la suspensión. De esta forma la de la nueva Ninety-Six está especialmente pensada para transmisiones de monoplato, aunque hay varios montajes de serie con doble plato.

En cuanto al diseño teórico de la suspensión, en el modelo 29”, que rinde 96mm de recorrido, se ha creado un comportamiento de tipo regresivo a progresivo con el punto de inflexión entre ambos comportamientos situado en el SAG, entre el 20 y el 25% del recorrido.

Sobre el terreno ese comportamiento progresivo final en busca de evitar topes de suspensión indeseados no es especialmente perceptible y su funcionamiento se siente, básicamente, lineal. Eso hace que la Ninety-Six sea más sensible y cómoda en la primera parte del recorrido que muchas de sus rivales dentro de la categoría de dobles XC/bike-maraton. Se gana en confort y filtrado de los pequeños impactos a cambio de una suspensión más activa con el pedaleo. Algo que se agudiza al no disponer este modelo de mando de bloqueo remoto de la suspensión trasera desde el manillar. Aunque también hay que decir que gracias a la disposición del amortiguador bajo el tubo superior, acceder a la palanca del amortiguador es muy sencillo e intuitivo.

En cuanto a su interacción con la pedalada, con el plato de 30 dientes funciona razonablemente bien. Se percibe cierto movimiento, pero la suspensión trabaja en pequeños impactos. Un buen compromiso pero más orientado hacia la comodidad que hacia el rendimiento puro y duro de otros modelos que con una parte inicial del recorrido más duro sacrifican el confort en marcha. Con platos más grandes el movimiento de la suspensión con el pedaleo se acenturará ligeramente, mientras que con platos más pequeños se sentirá más firme al pedalear.

En cualquier caso, en un contexto alejado de la competición pura de XCO, el comportamiento es adecuado y podemos ajustar la suspensión con el SAG recomendado teniendo unas reacciones equilibradas entre pedaleo y absorción.

En marcha, pedaleando

A la hora de subir en pistas y terreno liso, y con las suspensiones bloqueadas se percibe una excelente rigidez de todo el cuadro. Un mando de bloqueo remoto para la suspensión trasera sería de agradecer.

En terreno abrupto y con las suspensión trasera abierta sacamos partido a su mayor actividad y proporciona una excelente tracción. Esa misma actividad de la suspensión en su primera parte del recorrido se agradece cuando llaneamos sobre caminos con irregularidades. Podemos sentarnos en el sillín y pedalear con fuerza sabiendo que la suspensión trasera nos filtrará buena parte de los baches del terreno.

La posición sobre la bicicleta es de orientación bike-maraton. Nada de extremismos de cross-country. La potencia de 80mm y 5º ayuda en este aspecto.

Bajando la Merida Ninety-Six transmite seguridad. Nos da aplomo a alta velocidad y la sensación de control sobre grandes obstáculos. La distancia entre ejes, longitud de vainas y altura de la caja de pedalier contribuyen a ello. En los tramos más revirados y lentos es donde podemos echar en falta algo más de agilidad, aunque dentro de un escenario de recorridos bike-maraton creemos que el comportamiento logrado es acertado.

En cuanto a la suspensión, como hemos comentado es más activa que la media de los modelos contra los que compite en el segmento de dobles XC. Esto significa más comodidad y algo menos de rendimiento puro, características que sabrán apreciar los amantes de las pruebas por etapas o largas salidas y que no gustarán tanto los corredores de cross-country más puro.

Análisis de sus componentes

Uno de los puntos fuertes de la Merida Ninety-Six 6000 es su elección de componentes. Montada con el grupo SRAM GX de 1×11 tenemos una transmisión monoplato fiable y resistente con buena parte de las características de los grupos más caros de SRAM.

La horquilla RockShox Reba RL Air cuenta con bloqueo remoto en el manillar, de accionamiento extremadamente suave y efectivo. Una delicia comparado con el funcionamiento de otros modelos de la competencia. Tiene la rigidez suficiente para una bicicleta de estas características y sus 100mm de recorrido casan a la perfección con el carácter de esta Merida. El único pero lo situamos en la sensibilidad iniciala que no está a la par con la suspensión trasera.

La frenada está muy bien resuelta gracias a los SRAM Level T con discos de 180mm delante y 160m detrás.

El montaje está plagado de componentes Merida, algo que hacen muchas marcas hoy en día. Equipar sus modelos de serie con componentes de marca propio. En este caso están especialmente bien resueltos. Potencia de carbono, manillar de 720mm de ancho y tija de sillín (recta) de carbono son de Merida y son más que correctos. Los puños, muy duros, son de lo poco que desentona.

En cuanto a las ruedas, usan llantas Merida de aluminio. Aquí sí que hubiésemos agradecido un modelo de menor peso, pero estas son acorde a la gama de precio en que se ubica este modelo. Los neumáticos Maxxis Ikon son una gran elección para uso polivalente. No vienen montados como tubeless de serie, algo casi imprescindible para el uso que pide esta Ninety-Six.

En resumen

La Merida Ninety-Six 6000 es un modelo ideal para bike-maraton. Se aleja de los extremismos del XC, es cómoda, rígida y con acabados de primera. La elección de componentes es prácticamente perfecta para la gama de precio en que se mueve. Su comportamiento la orienta hacia esa gran cantidad de bikers que gustan de realizar largar rutas o adentrarse en las competiciones de bike-maraton. Con unas ruedas más ligeras y neumáticos tubeless tienes un modelo listo para participar en cualquier prueba que sea lo suficientemente biker como para merecer ser hecha con una doble suspensión.