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Así es la Badlands desde dentro, sus 700 km non-stop vividos por Sònia Colomo, ganadora en féminas

La Badlands se ha estrenado en el calendario de ultraciclismo por la puerta grande. 700 km con contrastes extremos en cuanto a paisajes, terreno y temperaturas. Así fue la prueba desde dentro.

En su primera edición la Badlands ha logrado una importante repercusión

El pasado 6 de septiembre arrancó un nuevo evento en nuestro país. Y no uno cualquiera. Una prueba de ultraciclismo por el sur de España con 700 km y +15.000 metros de desnivel en formato Non-Stop. Si los números ya impresionan sus detalles lo hacen aún más. Su recorrido ofrece contrastes extremos como el paso del Veleta a 3.212 metros o atravesar el Desierto de Tabernas. Todo ello en un recorrido mayoritariamente off-road y con la obligación de ser autosuficientes en todo momento. Así ha debutado la Badlands en el calendario y lo ha hecho con una importante atracción mediática, en parte gracias a su vencedor, Lachlan Morton. Pero la esencia de la prueba no la simboliza esta estrella mundial de los retos de larga distancia. La simbolizan el grueso de sus participantes que afrontan un evento de este tipo como un desafío personal lejos de la competición pura y dura. Sònia Colomo tomó parte en la Badlands con una filosofía a medio camino entre buscar el límite de sus posibilidades y lograr superar la prueba en el menor tiempo posible. Y el resultado salta a la vista. No solo fue la fémina más rápida si no que logró la 19ª plaza absoluta. Gracias a ella descubrimos todo lo que hay tras un desafió de esta dimensión.

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Badlands 2020

Todo eso es necesario para ser autosuficiente...
Juanan Barrós

Combinar vida profesional y personal con el nivel de entrenamiento necesario para este tipo de retos es complicado

Para Sónia Colomo esta era la primera prueba de ultradistancia. Acostumbrada a largas tiradas en MTB, una prueba de 700 km non-stop se sale de la escala de entrenamientos de cualquier persona. Con experiencia en rutas de bikepacking era consciente que este era un reto para que haría falta una preparación específica dentro de sus posibilidades. Si combinar entrenamientos y vida laboral no es fácil nunca, a la hora de afrontar una prueba de ultradistancia aún se complica todo más. Su vida profesional como fisioterapeuta pediátrica, profesora en la universidad y monitora de clases de yoga dejaba pocos huecos para sumar horas sobre el sillín. Todo ello sin contar la dificultad logística que supone una competición de esta entidad.

¿Por qué Badlands?

El año pasado tuve un accidente con la bici y ha sido un año muy duro de recuperación. Necesitaba algo que me motivara de nuevo para pedalear y tenía ganas de ponerme un objetivo para el que entrenar. El bikepacking me fascina y siguiendo a varios perfiles de corredores y pruebas de ultradistancia vi esta aventura. Al momento decidí que era lo que quería y me apunté así un poco sin pensarlo.

Describe un poco la carrera…

Badlands es una carrera de ultradistancia, non-stop, sin soporte en la que recorres las zonas más hostiles y solitarias de Granada y Almería. Son unos 720km y más de 15000m de desnivel acumulado en los que hay un poco de todo. Desde pistas de gravel perfectas hasta senderos pedregosos, bancos de arena en los desiertos y escaladas técnicas a más de 3000 msnm.

Badlands 2020

En acción. Tramos de extrema calor, pero también temperaturas bajas por la noche en las zonas de alta montaña
Carlos Mazón

Badlands 2020

Una prueba durísima físicamente, pero especialmente a nivel mental

«Han sido muchos entrenos de noche o a primera hora de la mañana, aprovechando todas las horas libres para intentar salir con la bici o hacer trabajo de fuerza»

¿Cómo fue tu preparación?

La verdad es que era la primera vez en mi vida que entrenaba. Me inscribí a Badlands y le pedí a Martí (ahora mi entrenador) si me podía preparar para esta carrera. Quería poder hacer una prueba de estas características y pasármelo bien ya que al final, todas las pruebas de ultradistancia son más un reto personal que una competición.

Teníamos menos de 3 meses ya que en un principio se tenía que celebrar en mayo. Con todo el confinamiento se aplazó a septiembre y de hecho creo que me fue bien porque tuve 3 meses más para poder prepararla a fondo, y los dolores derivados del accidente cada vez iban a menos y me dejaban entrenar mejor.

Trabajo muchas horas al día y no me quedan casi horas ni para entrenar ni para dormir, así que para mi era todo un reto seguir entrenos y levantarme cada mañana para ir a trabajar. Han sido muchos entrenos de noche o a primera hora de la mañana, aprovechando todas las horas libres para intentar salir con la bici o hacer trabajo de fuerza; también muchas horas de rodillo durante el confinamiento con la mirada puesta en que pronto podría volver a salir a la calle.

Pero no solo eso, este tipo de pruebas requieren también una planificación sobre papel: estudiar un poco el perfil, los puntos donde podía conseguir agua y comida, los tramos en los que no tendría nada y los que eran más complicados para hacer de noche. Y además, una preparación de todo el material.

En cuanto a material, tampoco tenía muchas opciones y fui con el material que tenía: mi bici rígida de mtb, las bolsas de bikepacking que ya tenía, pedí un Garmin eTrex a un amigo y cogí una esterilla ultralight y una funda de vivac. Probé el montaje de varias maneras y al final puse las barras aero para tener dos posiciones de pedaleo y poder atar la funda de vivac y la esterilla en ellas. Tenía 3 cargas de baterías para la luz delantera, un frontal, dos powerbanks y, súper importante, los auriculares (soy muy fan de la música). También llevaba material para ser autosuficiente si tenía problemas mecánicos: cámaras, puntera, radio, multitool, enganches rápidos, parches, bomba, cinta aislante, etc.

Scott Contessa Scale 900 de Sònia Colomo

Badlands 2020

Scott Contessa Scale 900 de Sònia Colomo equipada con todo lo necesario para 700 km non-stop

Badlands 2020

Bolsas en casi todos los lugares posibles. y una factor importante: lograr un buen equilibrio de pesos entre la parte delantera y la trasera.

Badlands 2020

Una bolsa Topeak fijada al sillín y la tija

Badlands 2020

Dos GPS. El Garmin eTrex para navegar y el Edge 530 como dispositivo de seguridad por si fallaba el primero. No se pueden permitir fallos con la navegación. Además, acoples aero para los tramos en los que se podía rodar

Badlands 2020

Bolsa para el cuadro Wohoo con alimentación

 

«Para nada me esperaba ser la primera chica en hacer y terminar la Badlands, y mucho menos quedar 19a de la general.»

¿Cómo ha sido tu experiencia?

Para mí ha sido una experiencia brutal. El objetivo principal era acabarla y poder pasármelo bien disfrutando de unos días sola con la bici. Para nada me esperaba ser la primera chica en hacer y terminar la Badlands, y mucho menos quedar 19a de la general. Sabía que había entrenado y me notaba fuerte, pero a veces no te lo crees hasta que lo vives de verdad. Estaba nerviosa, no dormí las noches antes de empezar la carrera y casi no pude comer. Me venían un montón de dudas sobre si podría hacerlo o no, pero por encima de todas esas dudas, estaba súper feliz y con muchas ganas de empezar a pedalear.

Un resumen de tu carrera y las situaciones que más te han marcado…

«Rajé la cubierta trasera y tuve que parar. Perdí todo el líquido tubeless y como el corte era demasiado grande para usar el Sahmurai»

Sabía que sería una carrera muy larga y mi plan era salir tranquila, a un ritmo en el que estuviera cómoda sin dejarme llevar por el resto de participantes. Psicológicamente es duro porque todo el mundo sale más rápido que tú, pero yo no miraba ni adelante ni atrás y seguí con mis sensaciones. Hice los primeros 100km del tirón y luego paré a comprar comida para la noche. Crucé el desierto del Gorafe por la noche y paré en medio de éste para comer un bocadillo. Paré todas las luces y la cantidad de estrellas que se veían eran un espectáculo. Seguí pedaleando y dormí un poco debajo de un olivo antes de llegar a Las Juntas.

Al día siguiente, me levanté sobre las 4 para ver salir el sol en la Sierra de los Filabres, subí al Calar Alto (2154m) y bajé hasta Gergal por una bajada muy dura, técnica y con mucha piedra. Las temperaturas eran altísimas y llegué al pueblo con muchas ganas de meter la cabeza debajo de una fuente. Después de comer y remojarme, empecé a pedalear en dirección al desierto de Tabernas. No por mucho rato ya que rajé la cubierta trasera y tuve que parar. Perdí todo el líquido tubeless y como el corte era demasiado grande para usar el Sahmurai, tuve que poner cámara. Una vez reparado, crucé el desierto de Tabernas, un espectáculo de luces, formas y senderos arenosos que te hacen sentir pequeña y afortunada de formar parte de tanta magia.

Badlands 2020

Desierto, bosques, paisajes marítimos y de alta montaña. 700 km dan para mucho
Juanan Barros

Badlands 2020

Imágenes de la Badlands 2020
Juanan Barros

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Reponiendo fuerzas
Juanan Barros

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«Una rama se enganchó con el cambio, me dobló la puntera y no podía usar más que los 5 piñones centrales»

Al llegar al pueblo de Tabernas, me comí un helado y en el primer sendero que cogí, una rama se enganchó con el cambio, me dobló la puntera y no podía usar más que los 5 piñones centrales. Intenté alinear, cambiar la puntera, y nada, el cambio seguía sin funcionar así que me tocaría hacer muchos km con el cambio roto hasta que pudiera encontrar una tienda en Almería. Hice toda la subida y bajada hasta Níjar y allí decidí pedalear un poco más hasta que encontrará un sitio llano para dormir. Había sido un día largo, estaba cansada y temblaba un poco, mi cuerpo ya no termoregulaba bien así que dormir un poco era la mejor opción. Cuando piensas que ya no te puede pasar nada más, se puso a llover. Cerré la funda de vivac y dejé que las gotas me mojaran la cara mientras me dormía.

El martes me levanté muy pronto, tenía que estar en Almería antes del mediodía para poder reparar la bici. Fue duro ya que no podía apretar en los llanos y tampoco podía ir con la calma en las subidas y tenía que hacerlas todas de pie. Finalmente llegué a Almería, compré una cubierta nueva y los chicos de Eolo hicieron todo lo que pudieron para reparar el cambio. Estaba roto así que la única opción que tenía era comprar uno nuevo.

Con todo arreglado, estaba lista para moverme de nuevo y empecé a subir a la Sierra de Gádor con vistas al Mar de Plástico. Seguí hasta Berja y volví a dormir debajo de un olivo cerca de Murtas. Quería dormir 4-5 horas para levantarme descansada pero el frío y la humedad no me dejaron descansar del todo así que me tocaría afrontar La Alpujarra y el Veleta con muy pocas horas de sueño.

Badlands 2020

Camino de completar los 700 km de la Badlands 2020
Juanan Barros

Badlands 2020

El 85% del recorrido era off-road, pero también había tramos de carretera secundaria

Badlands 2020

Imágenes de la Badlands 2020
Juanan Barros

Los últimos km fueron interminables, no veía el fin y solo me decía a mi misma: “un apretón más Sònia”.

Empecé a subir La Alpujarra de noche que poco a poco dejó paso a un amanecer espectacular. Cogía higos desde la bici y me los comía como si fueran la última cosa en el mundo, me persiguió un perro y por poco me caigo y el plato de pasta que me comí en Trevélez junto con otros dos corredores fue un regalo. Hice una pequeña siesta de 20 minutos en el sol y empecé a escalar el Veleta por la cara sur.

Todo era perfecto, precioso, el camino, las luces, el tiempo… Pero de golpe empezó a girar viento, empezaron a venir nubes y no podía ni pedalear porque el viento me tumbaba. En función de la ladera en la que estaba podía pedalear y sino me tocaba empujar. Aún me quedaban unos 15km para llegar a la cima y las temperaturas empezaron a bajar drásticamente. Cayó la noche y estaba un poco asustada, el viento no me dejaba avanzar rápido, tenía frío y básicamente me pasé casi toda la subida llorando porque pensaba que no lo conseguiría. Necesitaría muchas líneas para escribir todo lo que me pasó por la cabeza durante esas horas.
No sé cómo pero llegué a la cima, mi cuerpo iba respondiendo sorprendentemente bien. No veía más de 1m delante mío y con toda la ropa de invierno puesta empecé a bajar. No sentía las manos, la niebla era densa y estaba muerta de frío. También lloré durante la bajada, creo que era una forma de desahogarme. No había comido demasiado ni tampoco tenía hambre, solo quería llegar a Granada y dormir así que seguí pedaleando. Los últimos km fueron interminables, no veía el fin y solo me decía a mi misma: “un apretón más Sònia”.

Al final me vi bajando (y subiendo) las calles de Granada. Lo había conseguido y no me lo podía creer. 3 días, 18 horas y 13 minutos después, tenía la medalla de finisher entre mis manos. No sé muy bien como describir este momento pero estaba orgullosa de mí, estaba muy feliz y me dí cuenta de que mi cuerpo y mi mente eran mucho más fuertes de lo que nunca hubiera imaginado.

Badlands de Sònia en Strava

El recuerdo de finisher
Carlos Mazón

badlands015

Secuelas...
Carlos Mazón

Badlands 2020