En su primera edición la Badlands ha logrado una importante repercusión
El pasado 6 de septiembre arrancó un nuevo evento en nuestro país. Y no uno cualquiera. Una prueba de ultraciclismo por el sur de España con 700 km y +15.000 metros de desnivel en formato Non-Stop. Si los números ya impresionan sus detalles lo hacen aún más. Su recorrido ofrece contrastes extremos como el paso del Veleta a 3.212 metros o atravesar el Desierto de Tabernas. Todo ello en un recorrido mayoritariamente off-road y con la obligación de ser autosuficientes en todo momento. Así ha debutado la Badlands en el calendario y lo ha hecho con una importante atracción mediática, en parte gracias a su vencedor, Lachlan Morton. Pero la esencia de la prueba no la simboliza esta estrella mundial de los retos de larga distancia. La simbolizan el grueso de sus participantes que afrontan un evento de este tipo como un desafío personal lejos de la competición pura y dura. Sònia Colomo tomó parte en la Badlands con una filosofía a medio camino entre buscar el límite de sus posibilidades y lograr superar la prueba en el menor tiempo posible. Y el resultado salta a la vista. No solo fue la fémina más rápida si no que logró la 19ª plaza absoluta. Gracias a ella descubrimos todo lo que hay tras un desafió de esta dimensión.
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