Se pude ver un panorama esperanzador para la bicicleta en el futuro cercano
Entre la cascada de noticias negativas que recibimos día a día siempre es bueno intentar buscar un horizonte de esperanza. Con el estricto confinamiento aplicado en España, las tiendas de ciclismo cerradas en su mayoría e infinidad de pruebas deportivas anuladas o pospuestas parece haber poco margen para el optimismo. Pero mirando al futuro se puede dibujar un panorama más esperanzador para el ciclismo en varias de sus vertientes. Esta crisis sanitaria dejará una importante marca en nuestra sociedad que deberá adaptarse a nuevos escenarios. En muchos de ellos la bicicleta puede jugar un papel relevante.
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La bicicleta como medio de transporte, el empujón final
Se prevé un rechazo al transporte público y la bicicleta es una gran opción como transporte individual
La movilidad urbana sostenible era el único impulso que tenía la bicicleta como medio de transporte. Saludable, rápida en entornos urbanos y sin emitir contaminación, todo el mundo sabe las ventajas que tiene a la hora de agilizar los desplazamientos urbanos y contribuir a reducir la contaminación ambiental. Sin embargo España, a pesar de contar con condiciones climáticas ideales, es de los países europeos con menor implantación del uso de la bicicleta como medio de transporte. A años luz de lugares como Países Bajos, Francia o Alemania. En buena parte por una falta de cultura de la bicicleta, inversiones ridículas y mal ejecutadas por parte de las administraciones.
Pero ha llegado la pandemia de coronavirus y con ella nuevos temores y nuevas posibles soluciones a ellos. Una de las premisas en la actual situación es evitar aglomeraciones de personas y el lugar más habitual donde se producen en el día a día es en el transporte público. De hecho, ya está previsto que una de las consecuencias de esta pandemia sea la extensión del sentimiento de rechazo al uso del transporte público.
La reducción de la contaminación es uno de los pocos beneficios que nos deja la pandamia, y que se debería prolongar tras ella
Ante esa situación la bicicleta es uno de los mejores vehículos para la movilidad individual. Facilita el distanciamiento social entre los ciudadanos y contribuye a disminuir la congestión en el transporte público.
Además, el parón obligatorio de la mayor parte de la movilidad urbana ha traído consigo un efecto positivo. Una reducción de la contaminación ambiental nunca antes vista. A principios de abril se cifró en más del 55% la reducción de la contaminación en las áreas urbanas. Eso conlleva reducir un enorme número de muertes y enfermedades directamente relacionadas con la calidad del aire que respiramos. Unas muertes y enfermedades menos mediáticas a día de hoy con la llegada de la COVID-19, pero tan presentes en nuestra sociedad como lo estaban antes de esta pandemia. Intentar mantener a un menor nivel el número de desplazamientos en vehículos a motor privados a cambio de potenciar el uso de la bicicleta ya era una tarea pendiente desde hace años que ahora se podría acelerar.
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