Su plan de multiplicar el número de carreras y llegar a más países ha sido un fracaso
Hace unos años el ciclocross empezó a ganar popularidad. Es un formato entretenido para el espectador. Fácil de seguir, corto, intenso y habitualmente repleto de acción. Además se disputa en una época en la que no hay otra actividad ciclista relevante y la participación de estrellas como Mathieu van der Poel, Wout van Aert o Tom Pidcock no hizo más que disparar su seguimiento. La UCI, la propietaria de la Copa del Mundo de ciclocross, estableció un plan para multiplicar la cantidad de pruebas que formaban el campeonato y hacerlo más internacional pensando que eso haría crecer a un deporte principalmente centrado en Bélgica y Países Bajos. Pero, sorpresa, el plan ha sido un desastre y la general de la Copa del Mundo de ciclocross está más devaluada que nunca.
Continúa tras los patrocinadores
La UCI intentó aumentar el alcance del ciclocross y, en parte, aplastar al resto de campeonatos como Superprestigio y X2O
La Copa del Mundo siempre ha sido el campeonato más deseado en el ciclocross. ¿Siempre? Como mínimo lo fue hasta que la UCI decidió dar un giro completo al formato de su calendario hace unos años. Hizo que la cantidad de pruebas se duplicase y que los países que las acogían se ampliasen, llegando a llevar la competición a América. Su idea era hacer una Copa del Mundo más global. Hasta ese momento la Copa del Mundo convivía en armonía con otros trofeos como el Superprestigio o el ahora llamado X2O. Pero eso se acabó. La UCI arriesgó mucho pensando que el prestigio de su Copa del Mundo podría asfixiar al resto de campeonatos que le robaban protagonismo y planteó un calendario con 14 carreras. Desde octubre hasta enero. Se hacía muy difícil compaginarlo con el resto de trofeos y obligaba a los equipos a multiplicar su presupuesto para viajes.