Probamos la Orbea Oiz 2017, buscando la perfección
Pequeñas mejoras que se notan mucho. El Boost da justo en el clavo de lo que la Oiz pedía para rozar la perfección
La Orbea Oiz es uno de los modelos más emblemáticos de la marca vasca. Su doble de XC tiene una larga trayectoria en su catálogo. Nació en 2006 y desde entonces siempre ha tenido un peso importante en su catálogo y ha sido la bicicleta donde Orbea ha plasmado todo su poder de desarrollo.
Pero a lo largo de estos más de 10 años de vida también ha pasado algunos puntos negros. Su apuesta por las 26″ en un momento en el que el 29″ y 27,5″ empezaba a empujar fuerte supuso un pequeño bache en su trayectoria hasta que en 2014 daba el salto a las ruedas grandes.
Ahora, en las últimas campañas, Orbea tenía una Oiz con un funcionamiento impresionante, pero con un punto negro que necesitaba ser solventado cuanto antes. En el año del aterrizaje masivo del Boost la Oiz aún empleaba un cierre trasero tradicional con todo lo que ello suponía a la hora de combatir a la creciente competencia en las dobles XC. Todo eso es cosa del pasado. La nueva Oiz se ha actualizado donde debía actualizarse y ha mantenido todo lo bueno que atesoraba y que la situaba como una de las mejores opciones de este segmento.
Orbea Oiz M-LTD
Manteniendo los puntos destacados
Ya hace más de dos años que probamos la Orbea Oiz en ESMTB.com. Su funcionamiento nos dejó entusiasmados teniendo en cuenta sus objetivos, el XC y el bike-maraton. De la prueba de aquel momento se mantienen todos sus puntos positivos.
Se sigue confiando en el concepto UFO, lo que hace que no haya articulación de la suspensión en la zona del cierre y se aproveche la flexión del carbono, una tecnología con la que la marca tiene una amplia trayectoria de uso y que siempre ha ido asociada a todos los modelos de la Oiz. Más simplicidad a la hora de crear el cuadro, menos peso, mayor rigidez y un punto de giro menos que mantener. Hoy en día es un recurso habitual en las dobles de XC, pero pocas marcas pueden presumir de haber confiado en este tipo de diseño durante tantos años. La zona de flexión del carbono llega a oscilar hasta 7mm y para lograrlo se necesita muy poca fuerza. Todo ello está estudiado para complementarlo con el propio funcionamiento del sistema de suspensión.
Boost, ¡qué bueno que viniste!
Prácticamente todo en el cuadro de la Oiz es de carbono. Su triángulo principal, las dos partes del basculante trasero y la pequeña bieleta que activa el amortigudor. El peso es un factor clave en este segmento y la Oiz es una alumna aventajada en ello. El cuadro de 29″ en talla M se queda en 1,7kg (sin amortiguador). En la bieleta encontramos otro de los conceptos que Orbea desarrolló para la Oiz y que se mantiene en esta nueva revisión. El Tensegrity. Un pequeño mecanismo de metal que da una mayor rigidez estructural a la bieleta para soportar con solvencia las cargas laterales a las que se ve sometida. Está hecha de acero, pesa 80 gramos pero su peso extra queda más que justificado con la mejora que aporta al global del sistema. En este modelo se usa el carbono OMR, la configuración más ligera. En modelos más económicos se usa el OMP, algo más pesado.
Las líneas principales del cuadro se mantienen invariadas. Su estética global no cambia. Seguirá siendo fácilmente reconocible.
Si nos centramos en la cinemática de su sistema de suspensión, nada ha cambiado respecto al modelo anterior. Si una cosa funcionaba y por algo era apreciada la anterior Oiz era por el comportamiento de su suspensión trasera. Fue diseñada a través de su programa Advanced Dynamics, un software que permite trabajar con infinidad de variables para ajustar la suspensión a las necesidades de cada modalidad. Se puede jugar con las fuerzas que aplica el biker, su peso, altura, incluso con diferentes presiones de neumáticos además de ajustes de amortiguadores e incluso comportamiento de componentes. Orbea está muy orgullosa del proceso que realiza Advanced Dynamics.
Centrándonos en su análisis tenemos un leverage ratio (LR) pensado para sacar el máximo rendimiento a los 95mm de recorrido trasero que entrega la bicicleta. Para los que no estén familiarizados con ese término, el leverage ratio es la relación entre el recorrido del cuadro y el recorrido del amortiguador. Por poner el ejemplo de números redondos, si una bicicleta tiene 100mm de recorrido y usa un amortiguador de 50mm de recorrido, el LR sería de 2 (100/50).
La pequeña bieleta de carbono (con el Tensegrity en la parte interna)
Orbea recomienda un SAG muy bajo para la puesta a punto de su suspensión, sólo un 15% (el SAG es el % del recorrido del amortiguador que se «hunde» cuando estamos montados en la bicicleta en parado). Para lograr un comportamiento eficaz de cara al XC/bike-maraton se busca que la primera parte del recorrido sea sólida y estable, para beneficiar el pedaleo. Pero a la vez, que la última parte del recorrido se endurezca para evitar topes indeseados teniendo en cuenta que jugamos con recorridos de suspensión muy cortos. Para ello los primeros 75mm de recorrido de la Oiz son con un LR progresivo, la forma de conseguir esa estabilidad del recorrido en la parte inicial, aún a costa de algo menos de sensibilidad. Desde ese punto hasta el final el LR es regresivo, es decir, endurece la suspensión para evitar que hagamos topes. Esos últimos 20mm de recorrido entran en acción cuando nos enfrentamos a grandes obstáculos o saltos. Todo ello queda redondeado con el amortiguador Fox que trae ajustes específicos para la Oiz.
Orbea Oiz M-LTD
Mejoras sutiles pero vitales
Ahora pasamos a las novedades. La más importante se llama Boost. La Orbea Oiz lo pedía a gritos. Si por algo podíamos penalizar al anterior modelo era por no equipar un eje pasante. Se perdía rigidez lateral en la parte trasera y para los usuarios más exigentes llegaba a transmitir cierta inseguridad rodando de forma agresiva a causa de la suma de flexiones de la propia rueda y el extremo del basculante.
Por fin eje pasante. Y muy bien integrado.
Se acabó, eso es cosa del pasado y se ha solucionado a lo grande. Haciendo el cuadro Boost no sólo tenemos por fin el ansiado eje pasante trasero. También tenemos una rueda trasera más rígida y una considerable mejora de la rigidez lateral del cuadro en esa zona. Era, sin duda alguna, lo que más necesitaba la Orbea Oiz. Además trae otras mejoras como la ganancia en espacio para la rueda trasera (ahora llevar un neumático de 2,4″ no es problema, y montado con llanta ancha da un plus de comodidad y agarre).
Otra mejora que quizás pase desapercibida es el nuevo diseño de entrada de los cables al triángulo delantero. También había sido fruto de problemas, especialmente al guardar la bicicleta con el manillar totalmente girado, que provocaba una curva muy cerrada que podía llegar a dañar las fundas. Ahora esa entrada es mucho más sólida, mejor guiada y, además, con una mejor terminación estética. Las entras y salidas de los cables en el tubo diagonal también son nuevas. Más cómodas de emplear a la hora de hacer mantenimiento. Lo que no cambia es su concepto de Direct Cable Routing en la segunda parte del trazado. El cable de cambio sigue un sistema de guías muy marca de la casa, siempre cubierto por una pequeña funda, hasta el tramo final de funda completa.