Su acuerdo de patrocinio con una empresa de jets privados ha generado reacciones de todo tipo en su cuenta de IG
A solo un día del inicio del Tour de Francia 2025 en Lille, Mathieu van der Poel ha generado una tormenta fuera de las carreteras. El neerlandés anunció su nuevo acuerdo como embajador de la empresa belga de aviación privada Flying Group, desatando una avalancha de críticas por parte de aficionados y ciclistas que señalan el elevado impacto medioambiental del uso de jets privados.
El anuncio llegó a través de Instagram, donde Van der Poel escribió: “Orgulloso de representar a una compañía que está elevando el mundo de la aviación privada”, junto a una imagen posando junto a una aeronave. Pero en lugar de aplausos, la publicación recibió más de 1.100 comentarios, en su mayoría negativos, con mensajes como “Coge el tren y da ejemplo”, o comparaciones irónicas con Taylor Swift: “Bro is Taylor Zwift”.
Continúa tras los patrocinadores
Ola de reacciones: de la decepción al sarcasmo
Ciclistas destacados no han dudado en criticarlo
Entre los más críticos se encuentran ciclistas como el campeón británico de hill climb, Harry MacFarlane, que comentó: «No, tío, esto no está bien», y el suizo Finn Treudler, campeón U23 de MTB, que fue aún más directo: “Bro no paga nada”. Algunos aficionados fueron más elaborados: “Ojalá usaras tu plataforma para promover el transporte sostenible. Esto está matando el planeta”, escribió un usuario.
Otros reprocharon el doble rasero de Van der Poel por su historial de acuerdos con marcas de lujo. En 2023 se convirtió en embajador de Lamborghini Antwerp, recibiendo un Urus S valorado en más de 300.000 €, y meses después llegó en un Revuelto naranja de más de 500.000 € a una carrera de ciclocross. Aunque él mismo matizó entonces que “no eligió ese color”, su imagen pública empieza a mostrar contrastes con el discurso ecológico que promueve buena parte del ciclismo profesional.
Van der Poel responde: “No se trata de lujo”
«Esta colaboración con Flying Group no va de lujo, va de rendimiento»
Ante la creciente presión, Van der Poel decidió contestar con una publicación adicional en la que intenta contextualizar su decisión:
“He visto algunas de las reacciones y quiero ser transparente. Esta colaboración con Flying Group no va de lujo, va de rendimiento. Para mi carrera, la forma en que viajo importa. Necesito proteger mi tiempo, mi salud y mi tranquilidad mental. Volar sin estrés me ayuda a mantenerme enfocado y en forma”, explicó.
Añadió además que intenta tomar “decisiones responsables cuando es posible”, pero que está comprometido con su rendimiento como deportista profesional. Flying Group, por su parte, se presenta como una empresa con “programas de sostenibilidad ambiciosos” aunque no publica cifras concretas de emisiones. Sí menciona acciones como la compensación de carbono, la optimización de rutas y unas oficinas que generan más energía de la que consumen.
Un impacto medioambiental difícil de justificar
Las cifras sobre la contaminación de los jets privados no juegan a su favor
Las cifras, sin embargo, no acompañan la narrativa. Según datos de 2023, un vuelo medio en jet privado emite 3,6 toneladas de CO₂, más de la mitad del total anual que genera un ciudadano medio de la UE. Una sola ruta como la de Amberes a Alicante puede generar más de 6 toneladas, lo que equivale a 4.559% más emisiones por pasajero que un vuelo comercial equivalente.
Todo esto ocurre en un momento en que organizadores como ASO (Tour de Francia) están implementando medidas para reducir la huella de carbono del ciclismo profesional, desde el transporte hasta la logística.
Rendimiento vs. responsabilidad
El debate está abierto: ¿hasta qué punto los deportistas de élite pueden justificar el uso de jets privados en nombre del rendimiento? Van der Poel, con una temporada brillante y perfil de favorito en la salida de Lille, se enfrenta ahora no solo al reto del maillot amarillo, sino también al escrutinio público de sus decisiones fuera de la bicicleta.