Cómo el crecimiento desmesurado en ventas post-pandemia y la llegada de un fondo de inversión hundió a la compañía a nivel financiero
Wahoo ha estado pasando por una situación complicada en los últimos meses que se agravó recientemente con las primeras suspensiones de pagos por su parte y la sombra de la bancarrota acechando. Su historia es peculiar. La de un negocio que funcionaba y crecía muy bien en la época pre-pandemia y que vivió una explosión de ventas con la llegada de la pandemia. Un incremento de ventas exponencial cuyo efecto rebote (cuando esas cifras de ventas excepcionales cayeron) fueron el detonante de una situación económica compleja, a pesar de que sus productos seguían siendo tan competitivos como antes.
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Como en muchas marcas del ciclismo, los excepcionales números de venta post-pandemia atrajeron a fondos de inversión
Chip Hawkins es el fundador de Wahoo. Como pasó con muchas marcas, vio como la llegada de un fondo de inversión (en este caso Rhone Capital) en 2021 cambiaba por completo la compañía. O, como mínimo, su estructura financiera. Rhone Capital se hizo con la mayor parte de la empresa pero, en ese proceso, Wahoo se endeudó bastante con un préstamo de 225 millones de dólares. No parecía nada relevante para una compañía que había logrado ingresos por valor de algo menos de 500 millones de dólares en 2021. Pero esas cifras eran justo de la época en que las ventas habían explotado y no representaban una realidad sostenible en el tiempo.
Como efecto colateral de la compra de Rhone Capital, diferentes agencias de calificación de deuda iban a analizar la situación financiera de Wahoo y a hacer públicos informes sobre ella de cara a los inversores. Algo que acabó siendo totalmente contraproducente. A medida que surgían informes de agencias como Moody’s o S&P, se ponía en conocimiento de todo el mundo que la situación económica de Wahoo no era lo buena que podía parecer. Generando más desconfianza en los posibles inversores e incluso en los consumidores.