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Absa Cape Epic 2017, ¿una carrera muy dura o bikers muy blandos?

Nunca antes había habido tantos abandonos en una sola etapa ni se había tenido que recortar una jornada

La Absa Cape Epic 2017 pasará a la historia de la carrera como una edición que ha marcado un punto de inflexión en su devenir. Ha sido la edición donde más nivel ha habido en la lucha por la victoria. La que se ha disputado con un ritmo más alto desde la misma salida y durante todos los días. Y, sobre todo, el año que los bikers de XC apostaron con fuerza por ganarla, una tendencia que promete repetirse en el futuro.

Esta prueba es, sin duda, la gran referencia de las carreras por etapas en todo el planeta. El espejo en el que se miran la mayoría. No obstante es el evento de mountain bike con más horas de televisión de todo el mundo.

Sin embargo este año también ha dejado claro que el carácter de la Absa Cape Epic está cambiando hacia un modelo que quizás no sea el esperado.

Un biker exhausto en la meta de la 1a etapa tras entrar fuera de tiempo. Foto Shaun Roy/Cape Epic

Un biker exhausto en la meta de la 1a etapa tras entrar fuera de tiempo. Foto Shaun Roy/Cape Epic

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Por primera vez en su historia la Absa Cape Epic se vio obligada a cortar una etapa. Durante los 14 años de carrera nunca antes se había dado esta situación. Se habían pasado días de muchísimo barro, de viento o de insoportable calor. Pero jamás se había optado por acortar una etapa. ¿Qué llevó a esta situación?

De entrada la prueba africana se está polarizando. Va camino de convertirse en un evento para dos tipos de bikers. Los profesionales y los adinerados. Los primeros acuden a por la gloria de la prueba por etapas más importante del mundo. La mejor organizada y la que más repercusión tiene. Los segundos son el único tipo de bikers que, con el coste que tiene la inscripción y todo lo que envuelve su participación (viajes, material, asistencia…) puede permitirse acudir a una prueba de estas características. Entre este segundo grupo muchos de los participantes acuden a la competición sin la preparación necesaria para acabarla. Bastaba ser testigo de la prólogo que abría la carrera para saber que muchos de los bikers que ya arrastraban sus bicicletas en las subidas más duras de una etapa de sólo 26km no venían a la prueba con los mínimos necesarios para completar los 8 días.

La Absa Cape Epic se ha convertido en una prueba de culto. Una de las pocas carreras que trasciende más allá de los practicantes habituales al MTB. Uno de esos retos o desafíos que llegan a deportistas de todo tipo. Para muchos se ha convertido en algo similar a lo que puede ser completar un IronMan o una maratón. «Un desafío de vida». Ello hace que algunos de los participantes tengan muy poca experiencia en pruebas por etapas o incluso en competiciones de MTB y que el único objetivo desde el primer día sea llegar a meta dentro del tiempo máximo que pone la organización. Una extraña mezcla entre los mejores bikers del planeta y algunos que sólo están de pasada en este deporte para conseguir una medalla de finisher a cualquier precio, aún no habiendo entrenado para ello.

Ese es el caldo de cultivo que acabó con la histórica decisión de la organización de recortar la segunda etapa de la carrera a casi la mitad de kilómetros. De los más de 100km previstos a poco más de 60. Todo ello porque el día anterior 80 parejas se tuvieron que retirar en la primera etapa en línea de la carrera. Otro récord total de la prueba. Nunca antes se habían retirado tantos corredores en una sola etapa, y en 14 años hay tiempo para que pasen etapas de todo tipo.

La fatídica primera etapa tenía algo más de 100km. Un recorrido rompepiernas en su inicio y una subida técnica por sendero (con unos 400 metros de desnivel) con su posterior bajada, también por sendero técnico y pedregoso. Aunque tanto la subida como la bajada eran ciclables con un mínimo de fuerza y técnica. Tras ese tramo, otros 25km de terreno rompepiernas hasta meta. Una jornada típica de la Absa Cape Epic que se vio agravada por el intenso calor que se vivió. Temperaturas de más de 40º en algunos momentos. Un factor excepcional pero que ya se había vivido en otras ocasiones y que entra dentro de lo previsible esta zona del planeta y por esas fechas. En cualquier caso, para el global de la carrera, la jornada no fue excepcionalmente dura como lo demuestra que los primeros corredores llegaron a meta dentro del horario previsto por la organización. Las jornadas donde se producen factores que endurecen especialmente la etapa se reflejan tanto en los últimos corredores como en los primeros, que también se ven afectados y no pueden rodar en los tiempos previstos. No fue el caso.

Ante esa debacle y con la previsión de más calor para la segunda etapa la organización se curó en salud y dejó de lado su fama de dura para recortar el trazado y evitar otra sangría de abandonos en otro día que superaba los 100km. Al final de la carrera hubo un 24,4% de abandonos, algo menos que en la edición de 2016 (25,5%) pero por encima de la media de la prueba desde su inicio. Casi el 50% de esos abandonos se produjo en la primera etapa en una muestra que esos participantes no estaban mínimamente preparados para un evento de 8 días con las características de la Absa Cape Epic.

Ahora habrá que ver si estos hechos marcan a la prueba en un futuro. ¿Diseñar recorridos para los mejores bikers del planeta? ¿O para la gran mayoría de participantes que sólo busca acabar?

 

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