Un salto imposible que nació de una visión
12 meses desde que se planteó la idea hasta que se llevó a cabo
La idea surgió en octubre de 2023, cuando su amigo y shaper Seb Giraldi descubrió un terreno salvaje y vertiginoso en Valais. Al ver el cortado, pensó automáticamente en Tupin. Tras visitar el lugar y obtener la aprobación de las autoridades locales, comenzaron a moldear la rampa de despegue y la recepción. Sin embargo, pasarían doce meses hasta que Vinny se sintiera preparado para afrontarlo.
«Cada vez que queríamos intentarlo, había que rehacer el salto casi desde cero», explica. «Y si el viento no era perfecto o yo no me sentía listo, lo posponíamos. Así durante más de un año.»
Salto
El punto sin retorno
«El miedo siempre está ahí. Lo importante es saber cuándo confiar en tu instinto.»
El 18 de octubre de 2024, a sus 30 años, Vinny-T se enfrentó a su destino. El salto más largo y alto jamás intentado en freeride: 25 metros de profundidad, 31,3 metros de longitud. Para entender la magnitud del reto, basta comparar con el famoso Jah Drop, de 16,8 metros, que solo ha sido completado una vez, por Brage Vestavik.
«Sabía que estaba empujando mis límites. Y también que podía hacerlo», afirma. «El miedo siempre está ahí. Lo importante es saber cuándo confiar en tu instinto.»
Ese instinto fue clave para calcular la velocidad: sin poder ver el despegue desde arriba, tuvo que confiar en sensaciones, lanzar piedras para calcular la distancia, y repetir roll-ins durante una hora. Hasta que algo hizo clic.
«En un momento lo sabes: ya no vas a frenar. Has pasado el punto de no retorno.»
El estado de la bici tras la recepción
Un vuelo que desafía la física
«Pensé: esto está durando demasiado, prepárate para el golpe.»
Vinny despegó y voló. Durante un instante eterno, supo que la velocidad era la adecuada. Pero también que el impacto sería brutal. «Pensé: esto está durando demasiado, prepárate para el golpe.»
Intentó absorberlo aterrizando ambas ruedas a la vez. Pero la fuerza fue excesiva: la rueda delantera explotó, su cabeza casi tocó la horquilla. Rodó, se encogió sobre sí mismo, y resistió. Contra todo pronóstico, salió ileso.
«Me siento afortunado. No perdí el conocimiento, no me hice nada. Pero jamás podría soportar un impacto así una segunda vez.»
Días y días de trabajo
Una experiencia irrepetible
«Esta clase de salto solo se hace una vez en la vida.»
Repetir el salto nunca fue una opción. «Aunque hubiese aterrizado perfecto, no lo volvería a intentar. Es demasiado. Esta clase de salto solo se hace una vez en la vida.»
Desde entonces, ha completado con éxito otro salto de 21 metros. Aunque menor en dimensión, fue un reto mental mayor tras su caída anterior. «Sentí que cerraba un ciclo: la vez anterior caí, esta vez lo logré. Me ha dado muchísima motivación.»
Lecciones de un salto legendario
Para los jóvenes riders, su mensaje es claro: «Ve paso a paso. Es la forma de aprender sin lesionarte.» Y para quienes ya sueñan con proyectos imposibles: «Si la idea es una locura pero lo sientes dentro, rodearte de la gente adecuada lo cambia todo. Un salto así no se hace solo. Necesitas una crew en la que puedas confiar al 100%.»
El documental “Pushing Into the Unknown”, que recoge este momento histórico, no es solo una película de MTB. Es un retrato emocional de lo que implica mirar al abismo, y decidir saltar.