Crónica desde dentro, equipo ESMTB.com
En una etapa de MTB el orden de los factores sí que altera el producto. ¿Qué quiere decir eso? Que hay muchas formas de hacer 69 km y +2.300 metros de desnivel y la manera en la que lo hemos hecho en la etapa de hoy de la Swiss Epic es la más dolorosa. Concentrar la mayor parte del desnivel en una larga y exigente subida final, en los últimos 30 km de la etapa es el primer paso hacía un final agónico. Si a ello le sumas un inicio con dos subidas rompepiernas, un interminable terreno sube-baja cambiando de pista a sendero constantemente y una tramo llano a mitad de etapa lo tienes todo para explotar como un sapo.
¿Por qué? Porque hay que tener la mente muy fría para intentar salir en una carrera a guardar en la primera parte de la etapa. La inercia te lleva y normalmente peleas la posición como si te fuese la vida y sprintas a cada curva para no perder ese grupo con el que quieres llegar a la zona llana para no quedarte solo. Así, sin quererlo, te «cascas» hora y media a ritmo de XC y gastando cartuchos en unas acciones que, vistas al final de la etapa, ves que han sido una locura. Pero así es el MTB. Para muchos (entre los que nos incluimos), gas a fondo hasta donde llegues.
De esta forma te plantas a pie de una ascensión de casi 1.000 metros de desnivel pidiendo la hora. Y te queda lo peor. Esa misma etapa con la gran subida final situada al inicio da como resultado un día totalmente diferente. En ese caso lo normal es que todo se rompa en mil pedazos desde el inicio y que acabes haciendo la segunda parte de la etapa a tu ritmo, sin agonizar por perseguir y entrar en grupos que ni verías de no ser por ese arranque con terreno ondulado y nervioso. Ese ha sido, a grandes rasgos, el resumen de nuestro día. Pero lo hemos disfrutado al máximo y salvado bien para llegar 10º a meta en nuestro primer top-10 de esta edición.
Por lo demás, la Swiss Epic es, probablemente, una de las carreras de MTB más bonitas que puedes hacer en Europa. Y seguramente en el mundo. Lo es porque Suiza es, en sí misma, preciosa. Y porque tienen una red de senderos para MTB que no encontrarás en otro lugar. Además de un nivel de mantenimiento, señalización y cuidado de los mismos que da envidia. Si dejamos de lado el precio de la vida (ojo con lo que cuesta un café en un bar…) Suiza es el destino biker perfecto. Y todo ello queda reflejado en una carrera diseñada para mostrar eso al mundo.